El océano está lleno de algas microscópicas que toman dióxido de carbono de la atmósfera para crecer, y cuando la cantidad de CO2 disponible baja, se buscan alternativas de combustible suplementario para la fotosíntesis, como el bicarbonato presente en el agua, con el correspondiente coste añadido en energía y nutrientes. Cuando se incrementa la cantidad de dióxido de carbono, dejan de utilizar el recurso complementario, y eso queda reflejado en las minúsculas conchas que algunas algas microscópicas hacen y que se acumulan en el fondo marino. Dos investigadoras de laUniversidad de Oviedo han utilizado ahora esas conchas como registro de las concentraciones de CO2 atmosférico en el pasado al medir los cambios químicos que se producen en las conchas de las algas cuando estas necesitan combustible suplementario, como el bicarbonato. Se han remontado a los últimos 60 millones de años y han descubierto que esas algas empezaron a depender intensamente de esas fuentes añadidas de carbono hace relativamente poco, entre siete y cinco millones de años. Heather Stoll y Clara Bolton explican en la revista Nature este estudio, financiado por el Consejo Europeo de Investigación (ERC).
Además, la investigación de Stoll y Bolton sugiere que estas algas son capaces de adaptarse a niveles de unas 500 partes por millón de CO2 en la atmósfera, nivel que podría alcanzarse este siglo (desde las 400 ppm actuales).
Hasta la revolución industrial, el clima de la Tierra había ido enfriándose lentamente durante decenas de millones de años; se formaron los casquetes polares, primero en la Antártida, hace 33 millones de años, y después en Groenlandia, hace unos 2,5 millones de años. El enfriamiento, explican las investigadoras, se ha asociado a un debilitamiento gradual del efecto invernadero a medida que el CO2 en la atmósfera disminuía lentamente, al ser absorbido por procesos naturales. De hecho, hay pruebas sólidas de un fuerte descenso del CO2 coincidiendo con el inicio de la glaciación antártica. Sin embargo, la historia del CO2 atmosférico en los últimos diez millones de años es controvertida ya que muchos estudios sugieren que el nivel de CO2 fue constante (y bajo) pese al progresivo enfriamiento del clima. Los nuevos resultados sugieren, según explica Stoll, “que el CO2 estaba declinando y que cruzó una frontera crítica hace entre otro y siete millones de años, lo que encaja bien con el enfriamiento del clima registrado”.